Los estilos o patrones de Apego en Adultos. Cómo impactan tus relaciones
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¿Por qué algunas relaciones fluyen y otras se vuelven un campo de batalla emocional? El apego en adultos es la brújula invisible que guía nuestras conexiones.
Replanteando el Apego: Más Allá de la Infancia

Aunque la mayoría de las teorías sobre apego se centran en nuestras experiencias tempranas, como el cuidado recibido por parte de los padres, esto no explica completamente por qué desarrollamos determinados patrones emocionales.
Te propongo una visión diferente.
Desde una perspectiva evolutiva, los tipos de apego son respuestas adaptativas profundas, inscritas en nuestra biología y moldeadas por la genética. La variabilidad en los estilos de apego garantiza que, frente a entornos cambiantes, algunas personas sean más confiadas y abiertas, mientras que otras se vuelvan cautelosas y autosuficientes.
Por supuesto, el entorno también cuenta: nuestras experiencias pueden atenuar o intensificar estos patrones genéticos. Sin embargo, limitar el apego a “cómo te trataron en la infancia”, a si mi mamá me daba besos o no, o a si mis padres se separaron o no es una visión simplista y reductiva. La naturaleza asegura la diversidad emocional para maximizar la supervivencia en condiciones impredecibles.
Tabla de contenidos
¿Qué Son los Estilos de Apego?
Los estilos de apego son patrones emocionales y de comportamiento que definen cómo damos, recibimos y gestionamos el afecto en nuestras relaciones. Determinan cómo respondemos a la cercanía, la intimidad y la distancia emocional, influyendo en nuestras expectativas, miedos y respuestas ante el amor y la conexión con otros.
Enfoque evolutivo
Los tipos de apego no son simples rasgos de personalidad, sino respuestas adaptativas profundas desarrolladas a lo largo de la evolución. En un entorno primitivo, donde la supervivencia dependía de vínculos seguros, el cerebro humano evolucionó para buscar protección y apoyo emocional en figuras de referencia. Aquellos que se vinculaban mejor tenían más probabilidades de sobrevivir y transmitir sus genes.
Sin embargo, no todas las personas desarrollaban el mismo tipo de vínculo. Nacemos con una predisposición biológica hacia ciertos estilos de apego, influenciados por nuestra carga genética. El entorno emocional en el que crecemos modula esa predisposición, intensificando o atenuando nuestras respuestas emocionales.
Si el entorno es estable y predecible, aquellos con una inclinación hacia la confianza y la conexión pueden desarrollar relaciones seguras. Por otro lado, si el entorno es incierto o poco afectuoso, quienes nacen más sensibles al rechazo o a la incertidumbre pueden volverse aún más ansiosos o evitativos como una forma de autoprotección.
Estos mecanismos evolutivos todavía moldean nuestras relaciones actuales. Aunque ya no enfrentemos amenazas físicas como nuestros antepasados, nuestro cerebro sigue buscando seguridad emocional, reaccionando ante la proximidad o la ausencia como si se tratara de una cuestión de vida o muerte.
Una condición fundamental de la evolución es la heterogeneidad. Los seres humanos conforman una especie muy heterogénea, cuya apariencia, actitud y conducta varía mucho de un individuo a otro. Esta característica explica en gran medida nuestra capacidad para adaptarnos a casi cualquier nicho ecológico existente sobre la faz de la Tierra. Si todos fuéramos idénticos, el más mínimo reto ambiental amenazaría nuestra supervivencia como especie.
El estilo de apego no difiere de cualquier otra característica humana. Aunque todos compartimos una misma necesidad básica de crear vínculos estrechos, la manera de hacerlo varía de un grupo a otro.
El Apego en la Vida Adulta: Un Vínculo que Nos Acompaña Siempre
Cindy Hazan y Phillip Shaver demostraron que, además de los niños, los adultos también desarrollan estilos de apego definidos en sus relaciones afectivas. Sus investigaciones revelaron que la distribución de estilos de apego en adultos es similar a la observada en niños: la mayoría muestra un apego seguro, mientras que el resto se divide entre apego ansioso y apego evitativo.
Los resultados indicaron que cada estilo de apego se asocia con ideas, creencias y actitudes específicas respecto a uno mismo, a las relaciones de pareja, a los vínculos afectivos y a la intimidad en general.
Esta investigación confirmó la hipótesis original de John Bowlby, fundador de la Teoría del Apego, quien sostuvo que el apego es un componente fundamental del comportamiento humano que permanece activo durante toda la vida.
En los estudios originales de Cindy Hazan y Phillip Shaver, solo se mencionan tres estilos de apego en adultos: Seguro, Ansioso (o ambivalente), y Evitativo (o evasivo)
Esto se debe a que su investigación se basó en los tres estilos principales identificados en la infancia según los estudios iniciales de Mary Ainsworth (quien clasificó el apego infantil en seguro, ansioso-ambivalente y evitativo).
El apego desorganizado se identificó más tarde, cuando otros investigadores profundizaron en los casos de personas que no encajaban claramente en ninguna de las tres categorías anteriores. El apego desorganizado es más complejo y raro, y suele estar asociado a experiencias traumáticas o relaciones de cuidado inestables.
Por esta razón, los estudios clásicos como los de Hazan y Shaver no incluyeron el apego desorganizado, centrándose solo en los tres estilos principales. Actualmente, la investigación sobre el apego considera los cuatro estilos ampliamente aceptados: seguro, ansioso, evitativo y desorganizado.
Frecuencia de los tipos de apego en edad infantil
Apego Seguro
Apego Evasivo o Evitativo
Apego Ansioso o Ambivalente
Frecuencia de los tipos de apego en edad adulta
Apego Seguro
Apego Evasivo o Evitativo
Apego Ansioso o Ambivalente
Todo aquel que forme parte de nuestra sociedad, tanto si se encuentra en las primeras fases de una relación como si lleva casado cuarenta años, encaja en una de estas tres categorías o, con menor frecuencia, en una combinación de las dos últimas (ansiosa y evasiva).
Los estilos de apego en las relaciones amorosas adultas se corresponden a los estilos de apego en niños, pero los adultos pueden tener diferentes modelos de apego para diferentes relaciones.
Por desgracia, igual que la importancia del vínculo entre padres e hijos fue desdeñada en el pasado, hoy día se pasa por alto el valor del apego adulto. En nuestra sociedad sigue predominando la idea de que una dependencia excesiva en el contexto de las relaciones amorosas es negativa.
Comprender el funcionamiento de las diversas formas de apego constituye un modo sencillo y fiable de predecir la conducta de las personas en cualquier contexto romántico. De hecho, una de las lecciones más importantes que podemos extraer de esta teoría es la idea de que estamos programados para comportarnos de una manera predeterminada en las relaciones de pareja.
Las investigaciones en torno al apego adulto han dado lugar a cientos de artículos científicos y libros que describen al detalle cómo se comportan los adultos en sus relaciones sentimentales. Esos estudios han confirmado, una y otra vez, la existencia de los tres estilos de apego entre los individuos de muy diversos países y culturas.
A grandes rasgos, las personas seguras se sienten a gusto en situaciones de intimidad y suelen ser cálidas y cariñosas; las ansiosas o ambivalentes anhelan la intimidad, tienden a obsesionarse con sus relaciones y acostumbran a dudar de la capacidad de su pareja para corresponder a su amor; las evasivas o evitativas, en cambio, equiparan la intimidad con una pérdida de independencia y se esfuerzan constantemente en evitar el acercamiento.
Patrones de Apego en Adultos
Nacemos con una clara disposición biológica hacia un estilo de apego u otro, después será el entorno, la cultura, los valores y expectativas que nos rodean, los que se encargarán de atenuarlo o intensificarlo.
Existen dos grandes categorías:
Estilo Seguro: Caracterizado por la confianza en los vínculos, la capacidad de gestionar emociones y resolver conflictos sin miedo a perder a la pareja o la estabilidad emocional.
Estilos Inseguros: Definidos por relaciones basadas en el miedo:
- Ansioso o Ambivalente: Miedo al abandono >> necesidad constante de validación.
- Evitativo o Evasivo: Miedo a perder la libertad >> evitar la dependencia emocional.
- Desorganizado: Miedo a la inestabilidad emocional >> constante oscilación entre la búsqueda de apoyo y el rechazo del contacto.
Los estilos de apego en adultos son respuestas emocionales innatas, influenciadas por nuestra predisposición biológica y ajustadas a partir de nuestras experiencias de vida. Desde una perspectiva evolutiva, cada uno representa una estrategia adaptativa diseñada para aumentar nuestras posibilidades de supervivencia en entornos cambiantes, donde la seguridad emocional podía marcar la diferencia entre vivir o morir.
RETO: ¿Reconoces los estilos de apego? Pon a prueba tu conocimiento
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APEGOS INSEGUROS
Una variable crítica es la ansiedad relacionada con el apego. Las personas que obtienen una puntuación alta en esta variable tienden a preocuparse por si su pareja está disponible, receptiva, atenta, etc. Estilo de apego ansioso o ambivalente.
La otra variable crítica es la evitación relacionada con el apego. Las personas que puntúan alto esta dimensión prefieren no confiar ni abrirse a los demás. Acostumbran a huir regularmente. Estilo de apego evasivo o evitativo.
El apego desorganizado es muy poco habitual y es una combinación de los dos anteriores. Ansiedad + evitación.
APEGO SEGURO
Un adulto de apego seguro puntúa muy bajo en estas dos dimensiones.
Otras acepciones de los tipos de apego (attachment en inglés) son:
- Apego seguro (Secure attachment): Apego seguro
- Apego ansioso (Anxious-ambivalent attachment): Apego ambivalente, apego ansioso ambivalente, apego resistente, temeroso
- Apego evasivo (Anxious-avoidant attachment): Apego evitante, Apego huidizo, apego ansioso-evitante, apego evitativo, apego alejado
- Apego ansioso-evasivo (Disorganized/disoriented attachment): Apego desorganizado, desorganizado/desorientado, preocupado
Depende de los autores de cada estudio, del país, de las traducciones, que se denomine de una forma u otra a los estilos de apego.
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Profundizando en los Cuatro Tipos de Apego en Adultos
Descripción: Capacidad para vincularse de manera estable y confiada, con una sensación de seguridad interna que permite gestionar los altibajos emocionales sin temor a la pérdida constante.
Conductas típicas:
Confianza en la pareja
Creen que su pareja estará disponible cuando la necesiten, lo que genera una base emocional estable. Se sienten seguros incluso cuando están separados por un tiempo.
Capacidad para gestionar conflictos
Ven los conflictos como oportunidades para mejorar la relación. No evitan las discusiones ni las magnifican, y buscan soluciones de manera constructiva.
Comunicación abierta y clara
Expresan sus necesidades, deseos y emociones sin miedo a ser juzgados. También saben escuchar y validar lo que su pareja siente.
Origen Evolutivo: Desde una perspectiva evolutiva, la cooperación y el apoyo mutuo fueron esenciales para sobrevivir en comunidades primitivas. Un individuo que lograba formar lazos estables y predecibles tenía más probabilidades de recibir protección, alimento y apoyo. Las relaciones seguras garantizaban la crianza conjunta de los hijos, aumentando la supervivencia de futuras generaciones.
En el mundo actual, donde existen derechos básicos garantizados, redes de apoyo social y una expectativa de seguridad, las personas con apego seguro tienen un entorno que favorece la construcción de relaciones estables y satisfactorias. Su capacidad para crear vínculos profundos y significativos les permite prosperar emocionalmente y mantener relaciones duraderas.
Sin embargo, también enfrentan la paradoja de una era que glorifica la autosuficiencia y las conexiones fugaces. El mundo moderno les exige encontrar un equilibrio complicado: buscar intimidad y compromiso en un entorno que prioriza lo efímero y superficial. Esto puede llevarles a sentirse desencajados en un contexto que no siempre valora su forma de relacionarse.
Descripción: Temor constante al abandono y una necesidad intensa de validación y aprobación. Las personas con este estilo tienden a ser hipervigilantes ante cualquier señal de distancia emocional.
Conductas típicas:
Necesidad constante de atención y cercanía
Temen ser olvidados o dejados de lado, lo que los lleva a buscar contacto frecuente y confirmación constante de su pareja.
Miedo intenso a ser abandonado
Viven con la ansiedad de que su pareja se aleje o pierda interés, reaccionando de manera desproporcionada ante situaciones que interpretan como amenazas.
Celos e inseguridad en la relación
Cualquier señal de distancia emocional o falta de atención se percibe como un posible abandono, lo que provoca conductas posesivas y celos intensos.
Origen Evolutivo: En entornos inseguros e impredecibles, desarrollar una hipervigilancia emocional aumentaba la probabilidad de recibir apoyo en momentos críticos. Los individuos con esta estrategia estaban más atentos a las señales de abandono, asegurándose de que los cuidadores o compañeros no se alejaran demasiado. Aunque hoy este comportamiento genera ansiedad, en épocas pasadas podía salvar vidas, especialmente en situaciones de dependencia extrema como la infancia o la enfermedad.
En el mundo actual, las personas con apego ansioso enfrentan un entorno que intensifica sus inseguridades. La falta de estabilidad en las relaciones modernas, sumada a la cultura de la inmediatez y las conexiones superficiales, agrava su necesidad constante de atención y validación.
La abundancia de interacciones digitales fugaces genera una sensación de incertidumbre permanente, donde la ausencia de una respuesta rápida o el contacto esporádico se vive como un posible abandono. El ansioso se siente atrapado en un ciclo emocional desgastante, buscando desesperadamente la seguridad que el mundo actual parece negarle constantemente.
Sin embargo, en un entorno que ofrece mayor acceso a recursos emocionales y apoyo profesional, también tienen la oportunidad de comprender sus patrones emocionales, aprender a regular sus emociones y desarrollar relaciones más equilibradas.
Descripción: Tendencia a evitar la cercanía emocional y a depender solo de uno mismo, creyendo que confiar en otros es arriesgado.
Conductas típicas:
Distancia emocional y autosuficiencia
Valoran su independencia por encima de todo y evitan el contacto emocional cercano para no sentirse vulnerables o dependientes de otra persona.
Rechazo del compromiso afectivo
Se sienten incómodos con relaciones demasiado íntimas o demandantes, por lo que prefieren mantener cierta distancia para no perder su autonomía.
Dificultad para expresar sentimientos
Ocultan sus emociones y evitan conversaciones emocionales profundas, prefiriendo mostrar frialdad o indiferencia como mecanismo de defensa.
Origen Evolutivo: En entornos hostiles, donde los recursos eran escasos y la supervivencia dependía del individualismo, desarrollar un estilo evitativo era una estrategia adaptativa. En estas condiciones, no depender emocionalmente de nadie evitaba sufrimientos innecesarios y permitía concentrarse en la autoprotección. Aunque hoy puede verse como una barrera en las relaciones, en un contexto evolutivo protegía contra la vulnerabilidad y las pérdidas emocionales.
En el mundo actual, las personas con apego evitativo parecen encajar perfectamente en una sociedad que promueve el individualismo, las relaciones vanales (tipo poliamor) y el éxito personal. La cultura moderna les permite mantener relaciones superficiales, evitando vínculos profundos y compromisos emocionales que puedan hacerles sentir vulnerables o dependientes.
Sin embargo, esta estrategia de autoprotección también es su condena. Cuanto más evitan la intimidad, más aislados y desconectados se sienten. El contacto humano se convierte en una necesidad que rechazan, lo que alimenta un círculo de soledad y vacío emocional.
Aunque el entorno actual les permite funcionar sin depender de nadie, la ausencia de vínculos significativos puede generar una profunda sensación de insatisfacción. La verdadera libertad para ellos no está en evitar el amor, sino en aprender a confiar sin percibir la cercanía como una amenaza.
Descripción: Una mezcla de comportamientos ansiosos y evitativos, donde la persona oscila entre buscar y rechazar la cercanía emocional, generando vínculos intensos y caóticos.
Conductas típicas:
Dificultad para confiar y manejar emociones
Sienten que no pueden confiar plenamente en los demás y, a la vez, tienen dificultades para regular sus propias emociones, lo que genera altibajos emocionales.
Relaciones intensas, conflictivas y cambiantes
Sus relaciones son inestables, pasando de una conexión intensa a un rechazo brusco. Las emociones tienden a ser extremas e impredecibles.
Temor al rechazo y a la intimidad simultáneamente
Quieren estar cerca de los demás, pero también tienen miedo de ser heridos. Esta contradicción genera comportamientos confusos y relaciones caóticas.
Origen Evolutivo: En entornos extremadamente inseguros o con traumas tempranos, desarrollar una respuesta desorganizada podría ofrecer ventajas temporales. En situaciones de abuso o peligro constante, una respuesta emocional contradictoria —buscar apoyo pero evitar el contacto— podría ofrecer una ventaja temporal, asegurando la supervivencia en entornos inseguros donde la ayuda no siempre es confiable. Era una respuesta ambigua y de emergencia, creada para mantener la vida en circunstancias donde no había opciones seguras.
En el mundo actual, las personas con apego desorganizado representan un porcentaje muy pequeño de la población, pero enfrentan desafíos significativos. Su historia emocional suele estar marcada por experiencias traumáticas, lo que les lleva a desconfiar profundamente de los demás, mientras anhelan desesperadamente cercanía y apoyo.
El entorno moderno, con sus relaciones inestables y cambiantes, intensifica su conflicto interno. La cultura de la inmediatez y las conexiones superficiales aumenta su sensación de inseguridad, ya que luchan para encontrar personas en las que confiar y relaciones que les ofrezcan estabilidad real.
Su mayor desafío es romper el ciclo de inestabilidad emocional en un mundo que no siempre ofrece entornos seguros. Sin embargo, con el apoyo adecuado y un trabajo profundo en sus patrones emocionales, pueden construir vínculos más seguros y equilibrados, aprendiendo a regular sus emociones y a gestionar la intimidad sin sentirse amenazados.
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¿Por Qué Existen Diferentes Estilos de Apego?
Aunque todos los seres humanos comparten una necesidad básica de crear vínculos emocionales, la manera en que lo hacemos varía enormemente. Esta diversidad no es un defecto, sino una estrategia evolutiva esencial para asegurar la supervivencia de nuestra especie.
La Importancia de la Carga Genética
Diversidad de Comportamientos: El Caso de los Cachorros de Perro
En una misma camada de perros, es común encontrar una amplia variedad de personalidades y comportamientos: algunos cachorros son curiosos y confiados, acercándose sin miedo a los humanos, mientras que otros son más precavidos o incluso ariscos. Esta diferencia no es aleatoria: es un mecanismo evolutivo diseñado para asegurar la supervivencia del grupo en entornos cambiantes.
Supervivencia en Tiempos Difíciles
Imagina un contexto donde el grupo humano con el que conviven los perros sufre una grave escasez de alimentos. Los cachorros más confiados y amistosos, acostumbrados a acercarse sin miedo a las personas para buscar comida, estarían en gran peligro si estos humanos decidieran priorizar su propia supervivencia. Su comportamiento les haría fácilmente capturables o sacrificables.
Sin embargo, los cachorros desconfiados o ariscos tendrían más probabilidades de sobrevivir, ya que evitarían el contacto con los humanos y se mantendrían lejos del peligro. Este instinto les permitiría mantenerse vivos y eventualmente reproducirse.
Ventaja en Tiempos de Abundancia
En un entorno seguro y favorable, la situación se invierte. Los cachorros amistosos que se acercan a los humanos de manera confiada tendrían una ventaja clara. Su comportamiento afectuoso y sumiso les garantizaría protección, alimento y cuidado. Los humanos probablemente elegirían criar a estos perros, aumentando así sus posibilidades de reproducción y supervivencia.
Mientras tanto, los cachorros más precavidos o ariscos quedarían en desventaja, ya que sus comportamientos desconfiados podrían llevarlos a ser rechazados, marginados o abandonados, disminuyendo sus probabilidades de sobrevivir.
La diversidad en el comportamiento asegura que, pase lo que pase, al menos algunos sobrevivirán. La evolución no apuesta por una estrategia única, sino por una mezcla de respuestas para hacer frente a entornos impredecibles. La naturaleza “apuesta por la variedad” para adaptarse a lo impredecible. Y le da igual lo que a ti te haya tocado y que seas feliz o no, solo quiere asegurarse la supervivencia de la especie.
Este principio evolutivo explica por qué existe una amplia variedad de personalidades y estilos emocionales, no solo en los animales, sino también en los seres humanos. Desde esta perspectiva, los estilos de apego no son fallos ni debilidades: son estrategias adaptativas, diseñadas por la evolución para asegurar nuestra supervivencia frente a los desafíos más complejos.
Entender los diferentes tipos de apego como estrategias evolutivas nos permite ver nuestras respuestas emocionales desde una perspectiva más comprensiva y humana. No son fallos ni enfermedades, sino mecanismos de supervivencia que en algún momento cumplieron su función y nos ayudaron a adaptarnos a situaciones difíciles.
Tener un estilo de apego inseguro no significa estar “roto” ni “defectuoso.” No eres un “enfermo emocional” ni estás condenado a sufrir en tus relaciones. Lo que hoy puede generar dolor o frustración en tu vida afectiva es el eco de una estrategia adaptativa que en su momento fue necesaria para enfrentar un entorno complejo e incierto.
La buena noticia es que, aunque estos patrones estén profundamente arraigados, pueden transformarse. No se trata de “arreglar” algo que está mal, sino de comprender tus respuestas emocionales, reconocer sus orígenes y aprender a gestionarlas de una manera que te permita construir relaciones más seguras, conscientes y satisfactorias.
El cambio es posible. No porque haya algo que “corregir,” sino porque el autoconocimiento y la gestión emocional te permiten vivir mejor y sentirte más conectado contigo mismo y con los demás.
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